Beicon

Si usted, amigo lector, digita Beicon en el sitio de La Real Academia Española, le saldrá lo siguiente:

beicon
Del ingl. bacon, y este del lat. mediev. baco, -onis.

  1. m. Panceta ahumada.
    Si ahora, siguiendo el ejercício investigativo digitamos panceta, la misma nos devuelve:
    panceta
    Del it. dialect. panzetta, en it. pancetta, dim. de panza ‘panza’.
  2. f. Hoja de tocino entreverada con magro.
    Quiere decir que se trata de la barriga del lechón ahumada.

Recuerdo que en uno de mis regresos a Cuba, mi suegra Josefina, que en paz descanse y a la que quise mucho, me regaló un beicon gigante español para mi madre junto a un manual de instrucciones. Esto es una pieza de Castilla, chico -me dijo con aquel énfasis de los que nacen en aquellas montañas de León- es para ponérselo a los cocidos, de preferencia al madrileño o a la fabada asturiana:

fabada
De faba.

  1. f. Potaje de judías con tocino, chorizo y morcilla, típico de Asturias.

Dile a tu madre que la reserve dentro de un paño en la despensa y que no le puede dar el Sol. Guardé la bola de carne en un rincón de mi maleta y me fui para Cuba. Recuerdo que era año de Copa mundial de futbol y Brasil solo hablaba de eso…

De nada me sirvió el tiempo que esperé en el aeropuerto por un ser piadoso que me ayudase a escabullirme con el equipaje a traves de la imposible línea fronteriza. Al final caí en las manos de un mulato jodedor, el cual no tardó en comunicarme que teniamos un problema: mi maleta estaba marcada. Y efectivamente, él junto a dos jóvenes mujeres de uniforme tardaron algunos minutos en emerger de las profundidades de mis gusanos. El hombre con una sonrisa dobló su torso para fuera de una de mis maletas, como saliendo del océano corto de aire, y en sus manos, saltarina, hacía girar a la bola de panceta.

-Esto no puede pasar de ninguna manera -me comunicó. Y con cierta fruición -que no dejé de notar- tiró la bola de grasa en un gran tanque plástico que tenía a su lado. Todo cuanto cae en este tanque -dijo el mulato en una voz bien alta y firme, al tiempo que pasaba sus fuertes dedos por la borda del depósito, será cremado en su debido momento por las autoridades.

Rápidamente comprendí que aquello era un tipo de problema que no iba a conseguir resolver en aquel momento y lugar, pues a decir de mis sentidos todos los dioses griegos y romanos ya no estaban a mi lado… Adopté la postura altiva del buen perdedor y cerré mis maletas.

Ya me iba cuando el mulato me preguntó:

-Y la Copa? Será que Brasil gana esta vez?

Le respondí con la sonrisa del profesor decepcionado…

Una semana después, a mi regreso a São Paulo, a la hora de la llegada, en el momento del cordial abrazo con mi suegra:

-Cuéntame chico, a tu madre le gustó el beicon?

-Usted no tiene idea de los potajes que hicimos con aquello…mil gracias le manda mi madre. Ella la cuelga sobre una olla hirviente con agua y cebollas para que sude, y no se gaste.

-Jajajajajaja, no te creo, eres un payaso -me dijo con cariño y se fue a hacer sus cosas.

Acerca de jihlopez

Me gusta escribir en mi tiempo libre. El resto del tiempo trabajo como profesor universitario e investigo en problemas matemáticos asociados a la tecnología.
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2 respuestas a Beicon

  1. Estela dijo:

    Me encanto este cuento…. Me has hecho reír mucho!

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  2. Silvia dijo:

    pepe me gusto mucho este, me hiciste reír y me trajo recuerdos de cuando me quitaron a mi dos buenos redondeles de queso y dos paquetes de embutido así mismo y de la rabieta que pase y como to ni lo discutí, me resigne y después pensé lo que lo debe haber disfrutado. Muy bien escrito

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